Ha llegado un momento decisivo en medio del rumbo que Venezuela necesita, merece y está reclamando en las calles.
Y hoy estamos aquí para eso.
Hablamos en representación de cada uno de los sectores de la sociedad. Durante el tiempo que hemos dedicado a articular esta nueva y sólida fuerza, conseguimos que sectores diversos, con historias de lucha distintas y visiones políticas en algunos casos antagónicas, estemos declarando juntos, por encima de nuestras legítimas diferencias y sin renunciar a nuestros valores esenciales.
Hoy estamos aquí unidos en defensa de la Constitución Nacional y de la República, porque sabemos que ambas están seriamente amenazadas.
Venezuela reclama la unidad de todos para defenderla. Y hoy, finalmente, estamos aquí para hablar de una misma idea: la Unidad Nacional.
Durante 93 días de lucha, la resistencia ciudadana y democrática, principalmente asumida por nuestros jóvenes, ha inspirado a toda Venezuela, llevando al régimen de Nicolás Maduro a un estado de fragilidad, división y aislamiento severo. Y una de las razones para esta conquista democrática ha sido la unidad del pueblo ciudadano y el respeto de su dirigencia, generando una relación más compacta y dinámica que nunca.
Todo esto se suma a la actuación firme de la Asamblea Nacional y del Ministerio Público. Después de tantos años de un ejercicio cómplice del poder, en estas últimas semanas los venezolanos hemos sido testigos de cuánto aporta la separación de poderes a la República y a la Libertad. Sin necesidad de sacrificar la dimensión ideológica, defender la Constitución es una urgencia que sólo resulta posible desde la independencia.
Durante este corto tiempo hemos alcanzado innegables victorias en términos de sumar apoyos de todos los sectores del país, incluyendo a la mayoría de la base oficialista. Hemos logrado que los ojos del mundo se centren en Venezuela y eso ha arrinconado a la dictadura, al poner en evidencia que la mentira que intentaron diseminar por todo el continente no era otra cosa que un feroz saqueo al dinero de la Nación y una estrategia planeada por quienes creían que nunca iban a perder al poder. Y hoy viven el desespero de estar sin pueblo, sin apoyo en las calles y sin nada más que ofrecerle a la gente que represión, violencia y muerte.
Estamos viviendo la mayor tragedia en la historia republicana del país. Nada de esto que escucharán es algo que no conozca cada venezolano pero, al ser éste un momento histórico por lo que hemos venido a defender, es necesario que quede dicho: nos hemos convertido en el país más pobre en ingresos de toda la región y cada día, en cualquier rincón de Venezuela, a las familias más humildes las rodea y las asfixia una escandalosa y obscena realidad: inmensas colas de personas buscando los pocos alimentos que pueden adquirir, niños hurgando en la basura restos de comida para callar el hambre, madres llorando por sus hijos arrebatados por el hampa o por la represión, padres angustiados buscando cómo llevar algo de comer para sus familias, ancianos y enfermos muriendo por falta de medicinas, jóvenes huyendo del país porque les han robado su futuro, estudiantes que no pueden seguir su preparación por falta de escuelas.
Se ha pauperizado el salario de los trabajadores, con la gravedad de hacerles creer que aumentando un salario de hambre secuestran la voluntad política de la clase trabajadora, como hicieron las dictaduras latinoamericanas que antecedieron a este fallido experimento totalitario.
Destruyeron el aparato productivo. Persiguen a periodistas y extorsionan a los medios de comunicación cuando pretenden decir la verdad. Y ahora criminalizan la legítima protesta del pueblo. Quienes se hicieron llamar los hijos de “El Caracazo”, se han convertido en responsables del asesinato sistemático de jóvenes manifestantes que no han hecho otra cosa que pelear por el país que merecen tener.
En Venezuela, las gravísimas violaciones a los Derechos Humanos se han convertido en una práctica recurrente de la dictadura. Y ahora, los responsables de este inaceptable y doloroso drama quieren convertirlo en algo permanente e irreversible.
En el colmo de sus apetitos de poder y riqueza, ese pequeño grupo de privilegiados que hoy gobierna la Nación ha decidido romper el hilo constitucional y dar un Golpe de Estado, con el único fin de mantener sus beneficios a toda costa, sin importar que el costo de su miserable empeño sea el dolor y el sufrimiento de todo un país.
Nicolás Maduro, en complicidad con una mayoría del Tribunal Supremo de Justicia y del Consejo Nacional Electoral, decidió cerrarnos todas las vías democráticas. Es una evidencia de que tienen el pleno conocimiento de que son incapaces de ganar una elección, ni siquiera con sus ya conocidos abusos del dinero público y el monopolio comunicacional. Así desconocieron la voluntad de más de 14 millones de venezolanos que escogieron a sus representantes a la Asamblea Nacional. Así secuestraron el derecho del Pueblo a celebrar un referéndum revocatorio del mandato presidencial. Así burlaron el mandato constitucional de convocar a las elecciones regionales de alcaldes y gobernadores. No conformes con eso, decidieron ir más allá, acosando y amenazando a los Poderes Públicos, como es el caso de la Fiscalía General de la República, por el simple hecho de defender la Constitución y alzar su voz en contra de unas violaciones a los Derechos Humanos que han sido tan evidentes que incluso han obligado a sus autoridades militares a reconocerlas como atrocidades.
En el medio de su debilidad, Nicolás Maduro decidió huir hacia adelante, a través de una maniobra fraudulenta con la cual pretende perpetuarse en el poder y eternizar la crisis que vive nuestro país. Maduro y la clase política que nos gobierna, comprometidos hasta la médula con un sistema corrupto que quedará en evidencia apenas pierdan el Poder, ha inventado un mecanismo perverso para pasar por encima de la soberanía popular y de la indignación que no ha abandonado las calles del país durante ya casi cien días.
El miedo al Pueblo los ha llevado a tramar una supuesta “constituyente”, con la pretensión de cambiar la Constitución y la estructura de la República. Una “constituyente” fraudulenta para eternizar el drama social y de exclusión que hoy padecemos. Una “constituyente” para que Maduro y su camarilla se queden para siempre en el poder.
En resumen: Nicolás Maduro entendió que no puede gobernar Venezuela por los votos y tampoco puede con esta Constitución, así que ha decidio poner en marcha la idea de hacerse una Carta Magna a la medida de su apetito y desde ahí crear otro país, un país de miedo, miseria y muerte que lo deje seguir gobernando.
Si la dictadura llega a concretar su propósito de consolidarse con este fraude, ello significaría sencillamente la disolución de Venezuela como república. En la Constitución cabemos todos. En el invento constituyente de Maduro, cabe sólo él y su proyecto de perpetuarse en el poder.
Ni él ni sus cómplices contaban con la valentía y firmeza del bravo pueblo venezolano, que no ha abandonado las calles ni se ha dejado intimidar por tropas sin rostro y sin nombre, dispuestas a matar a sus hermanos por orden del Poder.
No quisieron consultar al Pueblo soberano. Y ahora deben asumir las consecuencias. Hoy nos tienen aquí, cohesionados y Unidos en un solo bloque. Hoy estamos aquí, juntos, decididos a defender nuestra Constitución, nuestra República y nuestra posibilidad de vivir en Democracia.
Y en esto seremos claros, contundentes y directos: Nicolás Maduro y miembros del partido de gobierno, consideren el enorme fracaso político que ha significado su gobierno, consideren el enorme rechazo que tiene su fraudulenta propuesta constituyente en las bases populares, consideren a cada uno de los muertos que hoy pesan sobre su proyecto político, su ineficacia para gobernar y su empeño en mantenerse en el Poder. Háganlo y háganlo bien, porque hoy el Pueblo venezolano les exige que retiren su propuesta constituyente sin dilación y sin maniobras.
Es el Pueblo entero quien se los demanda y, si se mantienen en su empeño totalitario, será el Pueblo entero quien se los cobre. Porque si deciden ignorar este llamado, sepan que se arriesgan a que la fuerza poderosa del Pueblo venezolano decida reclamar sus derechos como lo ha hecho cada vez que un tirano ha pretendido oponerse a sus deseos legítimos de Libertad.
Nosotros, todos nosotros, no vamos a permitir que la destrucción de Venezuela se concrete. Sabemos que el fraude constituyente no resuelve la crisis social ni contribuye con la paz del país. Por el contrario, es la garantía de eternizar su ejercicio de la violencia de Estado y el padecimiento social que hoy sufrimos. La gran mayoría del pueblo de Venezuela quiere vivir en paz y por eso clama por un cambio. Y es este mismo Pueblo que rechaza el fraude constituyente el que también exige que el Poder Electoral le permita elegir un nuevo gobierno que pueda solucionar los graves problemas del país.
Sepan que en este reclamo no sólo nos acompaña la inmensa mayoría del pueblo venezolano, sino también la comunidad internacional, que ha entendido la legitimidad y la justicia de nuestra lucha, siempre pacífica y siempre constitucional. En este sentido, reconocemos su preocupación y su apoyo. Queremos dejar en claro que aunque siempre estaremos abiertos a propuestas serias y no parcializadas de negociación, no aceptaremos ni manipulaciones ni engaños. Aquellos países y gobiernos que deseen ayudarnos en la superación pacífica de esta tragedia colectiva, sepan que toda solución pasa por el restablecimiento del orden constitucional quebrantado.
Hemos avanzado mucho. Ahora, para alcanzar de manera definitiva nuestros objetivos es necesario que todo el Pueblo asuma el compromiso que ya nuestros jóvenes han iniciado, pensando en su futuro y en el de Venezuela, en ejercicio de los artículos 333 y 350 de la Constitución.
De tal manera, solicitamos a la Asamblea Nacional que, de acuerdo con el Artículo 71 de la Constitución Nacional, convoque a un Proceso Nacional de Decisión Soberana para que sea el pueblo quien decida el rumbo que debe asumir el país, decida o no adherirse masivamente a la aplicación de los artículos 333 y 350 de la Constitución, y a partir de ese resultado, activar el levantamiento democrático en la totalidad del territorio nacional y la activación de la Hora Cero nacional.
Quienes suscribimos este documento, articulando una representación en verdad diversa y cohesionada, convocamos a todo el Pueblo de Venezuela a decidir cuál es la vía que debe seguir nuestra Nación en esta encrucijada histórica. En virtud del Artículo 5 y los Artículos 333 y 350 de la Constitución, convocamos a este 16 de julio elegir el futuro del país en ese Proceso Nacional de Decisión Soberana y a partir de ese momento, defender el mandato que surja de ese proceso, activando la fase superior de la lucha.
¡Que sea el Pueblo quien decida!
Que sea el Pueblo quien decida si rechaza y desconoce la constituyente convocada inconstitucionalmente por Nicolás Maduro y sin la aprobación del soberano.
Que sea el Pueblo quien decida el rol que demanda a los funcionarios públicos y a la Fuerza Armada Nacional para lograr la restitución del orden constitucional.
Que sea el Pueblo quien decida si convoca y respalda la renovación de los Poderes Públicos que se encuentran al margen de la Constitución, además de la conformación de un Gobierno de Union Nacional y la realización de elecciones libres y transparentes para restituir el orden constitucional.
El país y el mundo deben entender que esto es un proceso democrático de rebeldía popular en ascenso.
Una vez que el Pueblo venezolano haya decidido, nosotros haremos respetar su soberana sentencia. Estamos preparados para iniciar las acciones que haya que iniciar: vamos construir un país para todos, un país donde todos puedan vivir y progresar en paz, un país con vida y con futuro, al cual aquellos que han sido obligados a irse se apuren entusiasmados a volver. Una Venezuela digna, justa, capaz de llenarnos de orgullo.
Hoy estamos obligados a defender la Constitución. Este proceso democrático de rebeldía en ascenso que iniciamos con esta solicitud a la Asamblea Nacional la emprendemos para que podamos construir entre todos el país que merecemos y aspiramos. Una Venezuela donde algo que hoy parece extraordinario, como el encuentro en reconciliación de distintos sectores para defenderla, sea el signo distintivo de su reconstrucción.
Hemos decidido iniciar el camino hacia la recuperación de la democracia y gobernabilidad.
¡Abajo la dictadura!
¡Que sea el Pueblo quien decida!
Caracas, 03 de julio de 2017.